Cuatro grandes fabricantes de cigarrillos demandaron a la Administración de Alimentación y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) en un intento de anular los avisos que alertan a los consumidores del riesgo de fumar y que inducen a dejar el consumo de tabaco.
La demanda de R.J. Reynolds, propietaria de Reynolds
American; Lorillard ; Liggett y
Commonwealth Brands, de la británica Imperial Tobacco, señala que los avisos forzarían
a los fabricantes de cigarrillos a 'promulgar el antitabaquismo' en nombre del
Gobierno.
Añadieron que eso viola el derecho a la libertad de
expresión que protege la Primera Enmienda, según la demanda presentada el
martes ante el Tribunal de Distrito de Washington.
'La idea de que el Gobierno puede exigir a aquellos que
fabrican un producto legal que decoren la mitad del paquete con fotos y
palabras redactadas reconocidamente para persuadir a la ciudadanía de que no
compre ese producto, no se puede justificar constitucionalmente', dijo Floyd
Abrams, destacado especialista en la Primera Enmienda que representa a los
fabricantes de cigarrillos, en un comunicado.
Una portavoz del FDA no quiso hacer comentarios, aduciendo
que es política del organismo no hablar de un litigio pendiente.
El Acta de Control del Tabaco y Prevención del Tabaquismo,
de 2009, exige avisos en color que ocupen la mitad frontal y posterior de los
paquetes de cigarrillos.
Cadáveres, pulmones enfermos y dientes deteriorados son algunas
de las imágenes que se desplegarían obligatoriamente a partir del 22 de
septiembre, en el primer cambio de este tipo en 25 años en Estados Unidos.
Entre las marcas de Reynolds figuran Camel, Winston y Kool;
Lorillard es dueña de Newport y True; y entre las marcas de Commonwealth están
Davidoff. Liggett comercializa otras como Eve.
Las cuatro firmas de cigarrillos son las más grandes en
tamaño en Estados Unidos, aparte del grupo Altria, que vende Marlboro y que no
forma parte del caso. Altria había apoyado previamente la legislación de 2009.
Kathleen Sebelius, secretaria del Departamento de Salud,
dijo en junio que las advertencias se asegurarían de que la persona que tome un
paquete de cigarrillos 'sepa exactamente qué riesgos asume'.
Añadió que el objetivo era impedir que los niños empezaran a
fumar y dar a los adultos un incentivo para dejarlo.
Pero la demanda de las compañías de tabaco dijo que las
etiquetas les fuerzan a hacer que el consumidor se sienta 'deprimido,
desalentado y con miedo' a la hora de comprar cigarrillos, y que hacen que cada
paquete se convierta en un 'minitablón' del Gobierno.
Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades,
unos 46 millones de adultos estadounidenses, o un 20,6 por ciento de la
población, fuman cigarrillos, un porcentaje que ha cambiado poco desde
2004. Se prevé que más de 221.000
estadounidenses sean diagnosticados de cáncer de pulmón en 2011, según la
Sociedad Estadounidense del Cáncer.
El tabaco causará la muerte a casi seis millones de personas
en todo el mundo en 2011, incluyendo a 600.000 no fumadores, según la
Organización Mundial de la Salud.