The Guardian publica en
su Media Network mi ensayo en el que pregunto si los medios estamos realmente
en el negocio de los contenidos. Aquí está la mitad (en el resto catalogo los
métodos que creo que vale la pena explorar para replantear nuestro papel…
hablaré sobre ello más adelante).
* * *
¿Y si los medios no estamos
en el negocio del contenido?
Sí, vale, producimos
contenido, eso es lo que hacemos. Pero quizás nuestro mayor valor no está en lo
que producimos, sino en lo que produce: señales sobre los intereses de las
personas, sobre la autoridad, sobre temas y tendencias.
Así es como Facebook,
Google, Twitter y compañía entienden el contenido, como un generador se
señales. Así es como le sacan dinero, utilizando esas señales para servir más
contenido, servicios y anuncios relevantes. Pero ellos no están en el negocio
del contenido. Están en el negocio de las relaciones. ¿No deberíamos de estar
también nosotros?
Un ejecutivo de
informativos que conozco de una televisión de EEUU se quejaba recientemente de
que Facebook y Google, según él, utilizan el acero de los medios para fabricar
sus propios coches. “Mark Zuckerberg no valora el contenido”, me dijo.
No, le contesté,
Zuckerberg valora más el contenido que nosotros. Nosotros pensamos que el
contenido es eso que hacemos porque somos la gente del contenido; vemos el contenido
como algo escaso que nosotros producimos y controlamos. Facebook y Google, por
el otro lado, ven contenido por todas partes, en las creaciones supuestamente inútiles,
en las conversaciones y en los enlaces que generan las personas a lo largo de
sus vidas. Ven el contenido como un recurso abundante del que aprenden, y lo valoran
y explotan.
El problema es que los
medios no están construidos para las relaciones, porque nuestra industria nació
en una era de fábricas, no de servicios. Apenas sabemos quiénes son nuestros
lectores (y todavía les llamamos lectores, o como mucho críticos, pero no
creadores o colaboradores). No tenemos los medios para recopilar, analizar y actuar
sobre datos acerca de sus actividades e intereses a nivel individual. Por lo
tanto, no podemos servirles como individuos.
Nuestro producto, el
contenido, no está fabricado para eso. Está fabricado para las masas. Eso es lo
que nuestros métodos de producción y distribución demandaban. Así que ahora
tratamos de adaptar el contenido a nuevas herramientas, impresionados porque
podemos añadir movimiento, sonido o tacto a lo que venimos haciendo hace mucho tiempo.
Pero nuestros libros, revistas y periódicos online todavía son reconocibles
como tal. No hemos llegado aún lo suficientemente lejos como para poder replantearlos
y reinventarlos…
Publicado originalmente
en BuzzMachine y traducido por 233grados