En las aduanas argentinas hay más de un millón de libros importados que están retenidos y esto ha llevado a que el gobierno enfrente nuevas acusaciones de censura.
Pero la disputa que ha estancado los libros es comercial, no
ideológica, y las editoriales son sólo sector de la economía que sufre más
recientemente por las tácticas de mano dura con las que el gobierno pretende
recuperar la capacidad industrial del país.
Para liberar los libros de la aduana, los editores son
obligados a reunirse con delegados del secretario de comercio interior
Guillermo Moreno y a presentarle proyectos para cambiar su producción a
imprentas locales, según un extenso artículo publicado el jueves por el diario
Clarín.
Unos 1,6 millones de libros permanecen confiscados, de
acuerdo con el diario.
"El sector editorial está sorprendido por la
intervención prolongada que afecta el derecho básico de los ciudadanos de tener
el acceso al libro como un vehículo de educación y cultura", dijo la
cámara de la industria editorial en una de sus pocas declaraciones oficiales
sobre la cuestión.
Los argentinos son grandes consumidores de literatura:
compraron 76 millones de libros el último año, de los cuales 60 millones fueron
impresos fuera del país, según fuentes del sector.
La ministra de Industria Debora Giorgi ha presentado
estadísticas similares y expresó su inconformidad por el hecho de que el 78% de
los libros que se consumen en el país sean importados.
Sin embargo, la cámara de editores cuestionó esa cifra y
dijo que dos terceras partes de los libros vendidos en Argentina se imprimen en
el país.
Es de recordar que una ley sancionada precisamente en 2001
permitió que la importación de libros terminados que vinieran acompañados de
otros objetos, por ejemplo juguetes, estén exentos de impuestos. Los libros
producidos a nivel local también están libres de impuestos, pero no los
materiales con los cuales son fabricados, lo cual pone a las imprentas
argentinas en desventaja.
La industria editorial de China, Chile, Uruguay y Colombia
ofrecen alternativas más económicas para imprimir que son imposibles de igualar
para el mercado editorial de Argentina.