El Gobierno de Estados Unidos decidió revisar la apuesta de USD39.000 millones hecha por AT&T para adquirir T-Mobile USA.
La segunda compañía de telefonía móvil de Estados Unidos apostó a que podría convencer a los reguladores de que los consumidores se verán beneficiados si logra comprar a T-Mobile, la cuarta compañía del rubro en el país.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos siente que la empresa tiene una mano débil y presentó una demanda para bloquear el acuerdo.
Con una industria cercana a un duopolio, la lectura del Gobierno parece la correcta. AT&T no ha renunciado a su jugada, pero está al borde de una dura derrota.
Los beneficios del acuerdo nunca se cuestionaron. Primero, AT&T estima que el valor de la sinergia por comprar a T-Mobile es mayor que el precio de adquisición. Además, la combinación la ayudaría a usar con mayor eficiencia las ondas de radio, un paso importante dada la creciente demanda de espectro y su limitada existencia.
Sin embargo, nunca quedó claro que el ahorro se traspasaría a los clientes, ni con qué rapidez AT&T construiría su infraestructura inalámbrica.
Los reguladores antimonopolio en el Departamento de Justicia de Estados Unidos han decidido que el fin de T-Mobile aumentaría el riesgo de que AT&T simplemente actúe como un monopolio inactivo que capte renta, mantenga cuentas altas y extienda lentamente su infraestructura.